martes, 21 de septiembre de 2010

El Camino de Santiago [1/4]. Camino del Norte. Ribadesella-Santiago-Fisterra. 11/08/10 - 28/08/10

.PRÓLOGO.

Más de un mes ha pasado ya desde que empezamos el Camino de Santiago y, haciendo repaso de todo, me doy cuenta de que la mitad de las cosas ya se me han olvidado. A pesar de eso, el relato (por llamarlo de alguna forma) será extenso, así que irá dividido en cuatro partes, que iremos publicando en cuanto tengamos.

Dada la larga duración de la "actividad", y su carácter, esta descripción será diferente a las demás, pues no es nuestra intención hacer una guía (ni mucho menos) sobre el Camino. Simplemente contaremos lo que hemos hecho, cosas que nos han pasado y algunas impresiones personales, que en ningún momento habrá que tomarse al pie de la letra je, je. Todo ello acompañado de fotos turísticas y artísticas, y casi nunca orientativas.

En algún caso, referencias como pueblos o lugares puede que sean erróneas, al ser tantos los sitios que hemos pasado. Aún así, nada de esto quita que si alguien se ha planteado hacer el Camino, pueda preguntarnos cualquier cosa, sobre material, ropa, funcionamiento de albergues, etc., que estaremos encantados de responder.

A modo de resumen, hemos realizado en torno a 520km a pie, en un total de 17 días, desde Ribadesella hasta Fisterra.

En fin, empecemos...


.DÍA 00.
.Mie.11Agosto2010 Madrid-Ribadesella-San Esteban de Leces. 5km.

Ya va quedando lejos aquel primer día de madrugones en vacaciones. Aquel día en el que no me quejé con el despertador, pese a tener la misma canción que siempre (la cual poco a poco he ido odiando).
No eran nervios lo que nos consumía esa mañana, sino "ganas". Ganas de empezar ya.

Con la mochila perfectamente hecha y revisada (al menos mil veces) la noche anterior, la ropa de ese día preparada en la silla y tiempo de sobra (en el día a día siempre te levantas con el tiempo justo, pero en estas ocasiones siempre te das 10 minutos de margen...) tomé un desayuno rápido y me dispuse a esperar a Iván, que pasaría a por mi, para dirigirnos a la Estación Sur.

No sin antes vaciar la mochila, para revisarlo todo de nuevo, por supuesto.

Nuestro autobús salía a las 08:30 y, teóricamente, llegaba a Ribadesella a las 16:10. El viaje fue...pues como cualquier viaje en bus de 8 horas. Ni bien ni mal, pesado.
Hicimos una parada de descanso en Sahagún, y por allí vimos algún que otro peregrino (Camino Francés), aunque la impresión que nos dio no fue del todo buena. Todas las inmediaciones eran llanas y bastante secas. Sumándole el fuerte calor que hacía, nos alegramos por nuestra decisión de hacer el Camino del Norte en lugar del Francés.

El viaje empezó a ser atractivo una vez que nos acercamos a Riaño, y al embalse que lo rodea, del mismo nombre.


Desde el momento en que nos adentramos en la Cordillera Cantábrica y hasta llegar a Ribadesella, nuestras caras no se despegaron de la ventana del autobús, salvo cuando había que poner la cámara de fotos entre medias.


Nos estábamos acercando a los Picos de Europa, y todo lo que nos rodeaba era impresionante.



Una vez en Ribadesella, nuestra peregrinación dio comienzo de la mejor de las maneras, perdiéndonos...


Buscando la oficina de turismo, buscando donde nos pusieran nuestro primer sello en la credencial y buscando el albergue (para ver que estaba lleno).
En algún momento de aquellas idas y venidas, nos dimos cuenta de que con la guía gratuita que llevábamos de Internet, igual íbamos un poco pillados. Je, je. [Si alguien está interesado: [link]. Como base está bien, pero en algunos momentos nos hubiera venido bien algo más.]

Siempre con el río Sella a la vista...


...que nos dejó imágenes como ésta.


Una vez informados, emprendimos el camino...


...hacia San Esteban de Leces, a 5km, donde se encontraba el próximo albergue. Este pequeño trayecto no conlleva ninguna dificultad, aunque el último kilómetro, aproximadamente, consiste en un fuerte repecho. De haber andado durante varias horas antes, lo habríamos sufrido bastante, pero frescos como íbamos, nos pareció fácil.

Empezamos a acostumbrarnos a estos bucólicos paisajes...


...con sus praderas...



...y sus habitantes...


Dejando atrás la aldea de Abeu...


...llegamos al nuestro primer albergue, en el que, por suerte, encontramos plaza (por ser este más grande de lo normal). De ésta forma, nos duchamos, cenamos lo que traíamos de Madrid, y nos fuimos a dormir, pues la gente nos comentó que todo estaba muy masificado y que sin madrugar no se conseguía plaza en los albergues.


.DÍA 01.
.Jue.12Agosto2010 San Esteban de Leces-Sebrayo. 27,8km.

06:30. Esa hora sería para nosotros a partir de ese día, y durante las próximas dos semanas, la hora oficial para despertar.

Al levantarnos, ya había movimiento por el albergue, por lo que recogimos rápidamente y nos pusimos a andar, bajo una ligera lluvia.
Desandamos el camino hasta Abeu...


...y retomamos las señales del camino (por lo general conchas y flechas amarillas).

Avanzamos por un camino empedrado hasta llegar a la pequeña, y aún durmiente, aldea costera de Vega.


En aquel momento ya íbamos totalmente inmersos en el paisaje.


El Camino sale de Vega por una estrecha senda...


...que durante la mitad de la etapa nos conduciría bordeando la costa...


...con preciosas playas como la de la Espasa...


... entre grandes y verdes praderas...


...y con el Sistema Cantábrico siempre de fondo...



Todo de un verde difícil ver por el centro de la península.


Y en ocasiones, con la presencia de niebla, o bruma, que le da un toque especial a estos parajes.


Después de casi dos horas andando llegamos a La Isla, otro de los muchos pueblos que cruzaremos en nuestro camino.


Al salir de allí perdimos las marcas del camino, por lo que tuvimos que llegar a la siguiente población, Colunga, por el arcén de la nacional (algo más de 3km, que se hicieron de lo más aburrido).

En Colunga paramos a desayunar, y en un mercadillo compramos una sarta de chorizo de la zona. Y quiso el destino que ese chorizo acabara con nosotros el Camino. Digamos que estaba malo como ninguno. Y ahora no entiendo cómo ni por qué no nos deshicimos de él. Es más, cada dos o tres días comíamos un poco, como si fuera a estar bueno de repente.

También allí conocimos a Thomas, un neoyorquino que llevaba viviendo dos años en Madrid, con el que compartimos los últimos 11km de la etapa, y posteriormente todo el Camino.

Después de Colunga, pasamos por varios pueblecitos más, hasta llegar a Sebrayo, completando así nuestra primera etapa "de verdad" (nos parecía mal llamar etapa a lo del día anterior).

El pueblo constaba del albergue y pocas casas más, así que pasamos toda la tarde sentados en unos bancos frente al albergue, charlando con nuestros compañeros de camino. De algunos tengo muy buen recuerdo, mientras que a otros poco a poco se les va olvidando. Thomas, Thea, Miguel y Enora, Olga y Marisa, Ángel, ¿Carlos?, los vascos, el de la uña rota, y muchos más...
Les mandamos un saludo y esperamos que todos acabaran bien.

Con varias botellas vacías de vino sobre la mesa, y con el culo destrozado por llevar sentados cerca de 10 horas, nos fuimos a dormir sobre las doce.


.DÍA 02.
.Vie.13Agosto2010 Sebrayo-Camping de Deva (Gijón). 31km.

Creo recordar que ese fue el primer día (de muchos) en el que nos pusimos en marcha con los calcetines mojados. Por allí el ambiente es tan húmedo que la ropa no se seca ni estando toda la tarde al sol. Pero claro, aún no habíamos visto el sol, así que...

Aún estaba amaneciendo cuando salimos del albergue, en compañía de Thomas...

...y pasamos cerca de un pueblo que despertaba entre la neblina...


...de camino a Villaviciosa, la capital de la sidra, famosa por su calidad. Vamos, por algo le pusieron ese nombre...
Y parecía que tampoco veríamos el sol. De todas formas, mejor así, menos calor y por tanto menos cansancio.


Paramos a desayunar en un café de Villaviciosa, donde nos encontramos con la mitad de la gente del albergue. Un adiós para los que continuarían por el Camino Primitivo, y un hasta luego para los que seguían por el del Norte.
Nosotros continuamos junto a Thomas, Miguel y Enora (otro madrileño, y su novia francesa).
Una vez pasada Villaviciosa y posteriormente la bifurcación de caminos (el Camino Norte hacia Gijón y el Camino Primitivo hacia Oviedo), empezamos a notar como ascendíamos cada vez más. Nos acercábamos a la temida subida de la que todo el mundo hablaba la tarde anterior: el Alto de la Cruz, a mitad de etapa, que por lo visto era bastante duro.


Y, efectivamente, las piernas lo sufrieron. Una senda pedregosa nos llevó casi en vertical, con algunos tramos realmente duros, a lo alto de una montaña, para descender después por el otro lado.
Al salir de entre los árboles en la parte más alta, vimos todo el valle cubierto por la niebla...


...que poco a poco se fue disipando...


...e iniciamos la bajada.


Como anécdota curiosa, decir que a mitad de la bajada nos encontramos con un señor de 93 años limpiando sus tierras con su guadaña, y mantuvimos una interesante charla con él. Nos contó que había estado una vez en Madrid, durante la Guerra Civil, y que posteriormente había presenciado desde lejos el bombardeo de Guernica, y había participado en la batalla del Ebro. Más de media hora estuvimos allí parados, escuchando lo que nos decía. Terminó su relato contándonos que desde entonces se había vuelto a su tierra (y la verdad es que parecía bastante feliz) y deseándonos un buen camino.

La bajada fue un poco caótica por la mala calidad de la señalización, haciéndonos volver sobre nuestros pasos más de una vez. Por lo demás, al llegar a Peón (un pueblo en el valle) paramos a tomarnos unas cervezas. Lo difícil de la etapa ya había pasado, solo nos quedaban unos 10 km por terreno más o menos llano.

Divisamos Gijón a lo lejos, y la moral subió de nuevo...


...y varias urbanizaciones costeras...


Así seguimos por la carretera...


...hasta desviarnos por una pista de tierra, por la que restaban 3 km hasta el camping, donde dormiríamos esa noche.

Que grata fue nuestra sorpresa cuando nos encontramos con que en el camping había unos bungalows para los peregrinos, con su piscinita y todo. Y todo ello, ¡gratis!

Nuestra casita de 6 camas...

Nos faltó tiempo para irnos derechos a la piscina...


Posteriormente, nos comimos una rica hamburguesa en el bar del camping, y cogimos un bus hacia Gijón (a 5km), para ver la ciudad.


Tarde de sidra y turismo (más sidra que turismo), en la que paseamos por Gijón, e Iván y yo visitamos a un amigo de la facultad que andaba por allí de vacaciones.


Cuando estaba ya anocheciendo, cogimos el bus de vuelta al camping, para disfrutar de una cena peregrina en el porche de nuestro bungalow, en compañía de Thomas, Miguel, Enora, y Olga y Marisa (dos mujeres de Madrid también), a base de algunas latas, algo de embutido, varios trozos de pan de días anteriores y, como no, la botella de vino de rigor.

Bueno, y un trozo del chorizo aquel asqueroso.

Aquella noche no hubo ningún problema con los ronquidos, y dormimos perfectamente. Una vez acabado el camino, podemos decir que fue el mejor albergue en el que estuvimos.


.DÍA 03.
.Sab.14Agosto2010 Camping de Deva-Avilés. 27km.

Nada más levantarnos, Miguel nos dijo que Enora se encontraba mal y que saldrían después, por lo que volvíamos a estar los tres solos.

Con Gijón iluminado con el amanecer, nos pusimos a andar. Teníamos primero que llegar a la ciudad, para cruzarla y salir por el otro extremo.


Esta es una de las peores etapas que recuerdo, sino la peor. Fue corta y fácil, pero el hecho de salir de Gijón por el extremo industrial, y entrar en Avilés también por su lado de fábricas y carreteras, hicieron que se nos hiciera excesivamente pesada y aburrida. Además, eso se juntó con ser el primer día que empezaron a doler los pies.

Pues bien, lo único a destacar de la etapa, por su belleza, fue nuestro paso por el Monte Areo, a mitad de camino entre las dos ciudades, donde también conocimos a Thea, una chica bávara que había empezado donde nosotros, y hacía el camino sola...


...y posteriormente a Mauritz y Sophie, franceses. Con todos ellos continuamos hasta Avilés, aunque Iván y yo poco participábamos de la conversación, por tener un inglés que rozaba lo pésimo.


Una vez salimos del Monte Areo, volvimos al paisaje industrial y de carretera, que tanto empezamos a odiar. Por el asfalto nos destrozábamos los pies...


Y, efectivamente, la llegada a Avilés se hizo eterna. Eterna.


Pero acabó mereciendo la pena. La parte histórica tiene un gran encanto...

Con sus estrechos edificios y sus calles empedradas...

Sus iglesias...

Y lo mejor de todo: ¡la feria de la cerveza! que había durante esos días. Poco turismo se puede hacer teniendo una feria así y, como no, allí acabamos.


La otra cara del camino.

Hasta probamos una cerveza americana de intenso sabor que nos aconsejó Thomas...


Por la noche nos despedíamos de Miguel y Enora, y de Olga y Marisa, que dejaban el camino allí y volvían a sus respectivos hogares, unos por problemas en los pies, y otros por falta de tiempo. En la foto, de izquierda a derecha: Iván, Thomas, el que escribe ahora (Josemi), Enora y Miguel.


...amenizado todo por otra de nuestras cenas de lata y embutido. Todo bien regado con vino barato.
Me acuerdo que aquella noche nos quedamos en el salón del albergue hasta bien entrada la noche, y que varias personas más se unieron después a la animada charla.

A la hora de irnos a dormir, nos dimos cuenta de lo que se nos echaba encima. Aún lejos de la habitación (de nada más y nada menos que 70 literas), podíamos escuchar la Sinfonía en Mi menor, ofrecida por la Orquesta Filarmónica de Avilés. Ronquidos de todos los tipos, ritmos, intensidades, asperezas e incluso colores posibles. Aquello ni con tapones...

Pues bien, nos fuimos a dormir, y había algunos sonidos tan irrealmente raros, que de pronto escuché a Thomas partirse de la risa. De forma que me entró a mi también.
Total, que entre el indefinido número de ronquidos diferentes, otros tantos que a la desesperada intentaban el tcht, tcht, tcht antironquidos (evidentemente sin éxito) y Thomas y yo riéndonos ya sin control, aquello era una auténtica fiesta.

Y que conste que no he hablado nada sobre los olores. Ja, ja.

Luego, por supuesto, a la hora de dormir, no nos entraba la risa...


.DÍA 04.
.Dom.15Agosto2010 Avilés-Soto de Luiña. 38km.

Como la mayoría de los días, salimos de noche aún, por las calles de Avilés, en lo que sería una de las etapas más duras de nuestro Camino. Pero claro, eso aún no lo sabíamos...

Poco recuerdo del principio de esta etapa, salvo que nos perdimos intentando salir de Avilés, y que un borracho trató de darnos indicaciones sin ni siquiera ser capaz de fijar la vista en un punto. Vale que la gente ayude a los peregrinos, pero tampoco hace falta llegar a ese nivel, je, je.

Al contrario que en la etapa anterior, ésta discurría en su mayor parte por caminos (cosa de agradecer), y por fin vimos el sol. Aunque eligió un mal día para salir. Entre el calor, la larga distancia recorrida, y las continuas subidas y bajadas, acabamos destrozados.


La mejor parte de la etapa fue, sobre la mitad de esta, cuando pasamos por El Castillo, Soto del Barco y Muros de Nalón.


Inmensos puentes que pasaban por encima de pequeños pueblecitos...


Tramos selváticos...

Un embalse, al lado de el pueblo de El Castillo...


...con unas vistas impresionantes...


...y con interesantes embarcaderos.


Varios pueblos prácticamente juntos, algo muy común por esas tierras...


De esta forma fue transcuyendo el día, pero no llegábamos al final...


La etapa empezó a hacerse eterna, y nuestro humor se fastidiaba rápidamente con cada desvío provisional que encontrábamos: nuevas carreteras por todos lados, por tanto nuevos puentes, nuevas obras...y, como consecuencia, el Camino desviado en múltiples ocasiones. Aún así, fue interesante ver esas enormes construcciones.


En el último tramo nos encontramos con Sergio, un italiano que habíamos visto de lejos los días anteriores, y pese al cansancio y las ganas de llegar, el camino se hizo más ameno. Volvimos a ver el mar...


...lo cual significaba una nueva zona de fuertes subidas y bajadas, salvando calas y acantilados. Posteriormente nos adentramos de nuevo hacia el interior, hacia una última parte de bosques y praderas...


Tras una fuerte bajada por un sendero que parecía estar metido en plena selva amazónica, salimos de repente a una pequeña carretera, por la cual a 100m se veía Soto de Luiña, el pequeño pueblo donde se encontraba el próximo albergue.

Solo había una forma de subir la moral al grupo: cerveza. Así que a por ella fuimos, je, je.

Tras eso una buena cena de menú, en el restaurante del pueblo, y a dormir. El día siguiente habíamos decidido que fuera de descanso: madrugón para llegar los primeros y tirarnos todo el día sin hacer nada en el próximo albergue.


.FINAL DE LA PRIMERA PARTE.  

6 comentarios:

  1. Vaya pasada!!! un camino interior que alguna vez recorreré, preciosas fotos, estaremos atentos a las siguientes entregas.
    PD: eso de que se te olviden las cosas es muy "mapache" jejeje

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  2. Jajaja, será eso...y aún así volvemos con tantas cosas que contar...
    Pues oye, es una experiencia interesante y bonita, y el ambiente buenísimo. Nosotros repetiremos algún día, seguro. =)
    Te animo a que alguna vez lo pruebes jeje

    Un saludo y gracias por comentar!

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  3. Bonitas fotos y trabajado reportaje. Enhorabuena.

    Yo hice el Camino en Semana Santa de 2004, entre León y Santiago, apuntándome a última hora porque inicialmente era reacio a este viaje tan afamado y popular, y más aquel año que era Xacobeo (soy más de huir de la masificación y de buscar ideas propias y originales), pero o me apuntaba con mis amigos o me quedaba sin ir a ningún sitio aquella semana (no me apetecía irme solo). Finalmente acabé disfrutando bastante, en general. Eso de tener como rutina diaria el senderismo, el conocer nuevos lugares, la convivencia con los amigos y conocer gente fuera de las normas sociales habituales de la urbe tiene mucho encanto. Y, efectivamente, llega un momento que estás tan metido en los paisajes rurales, que cada vez que te topas con la industria, obras y grandes indraestructuras te corta un poco el rollo.

    Espero con impaciencia las demás partes de vuestro reportaje.

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  4. Gracias por comentar Alberto.

    La verdad es que lo hicimos este año, porque surgió así, pero en muchas ocasiones también nos lamentamos por no haber elegido otro que no fuera Xacobeo, ya que en ciertos puntos la masificación estropeaba el ambiente de "Camino" que esperábamos encontrar. Aún así ha sido una experiencia bastante buena.

    Estamos trabajando en ello, pero somos muy dados a ir dejando las cosas para más adelante je, je.

    Un saludo.

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  5. Hay fotos verdaderamente bonitas....y una manera de contar las cosas muy guapa.Seguire atento a las proximas entregas.
    Un saludo y felicidades por el Camino

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  6. Gracias por el comentario y por los cumplidos Dron. =)
    A ver si nos ponemos serios y acabamos las demás partes, que ya va siendo hora!

    Un saludo.

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